H.F.

Mikie Rivera

Dic. 2001 – Ene. 2002

 

Una vez te vi atado pero sonriente,

una inmensa patria entre la frente

y un corazón a punto de estallar

y un alma en plena libertad.

 

Una vez te vi estrechándole la mano a un viejo.

Se burlaban de los que creyeron

que alguien como tú no se podía escapar.

Fue cuando comencé a dudar

quién era el viejo y quién eras tú.

 

Una vez creí perderte en medio de la noche,

partitura en mano, rumbo a la ciudad.

Una vez oí que en las entrañas del bosque

suena la trompeta de la libertad.

 

Los que se atrevieron a ponerle un precio

a tus manos, a tu corazón,

no saben de historias, no saben de sueños.

Te quiero vivo y no muerto,

te quiero vivo y no muerto.

 

Y en el otro mundo, acá donde todo es incierto,

conversamos sobre el mismo cuento

que todos contamos un segundo atrás

y que pocos logran descifrar.

 

Cómo el invasor, se alimenta de su propio miedo,

que cada noche va perdiendo vuelo

porque sabe que aquí estamos prepara’os,

que si el pitirre puede contra el guaraguao,

el águila también va a temblar.

 

Una vez creí perderte y no te pierdo,

algunas veces sangre y otras cicatriz.

Cuando creo que vas, vienes de regreso,

clandestina forma de ser feliz.

 

Los que se atrevieron a ponerle un precio

a tus manos, a tu corazón,

no saben de historias, no saben de sueños.

Te quiero vivo y no muerto,

te quiero vivo y no muerto,

 

Hermano Filiberto.